lunes, 23 de agosto de 2010

Mojito y sonrisa: 70€

Mas que contaros el fin de semana me voy a centrar en el sábado, ya que el domingo lo único que hice fue derretirme de calor.
Pues bien, el sábado me dirijo al hotel y he de decir que iba con un poco de cachodeito, y no se porque. Ese día estaba en unas bodas de oro con Mapi (¡oye un abrazo!) así que estaba bastante bien acompañado, y he de decir que si no fue el mejor servicio que dimos, fue uno de los mejores. El menú: Hojaldre de mantequilla y vieira, Sepia y centollo gratinado, Solomillo y Rulo de higo. Los invitados (exceptuando dos abuelicos en los que me centrare después) no dieron ningún mal y fueron bastante amables, siendo los "novios" de las parejas mas tranquilas y conformes que me he encontrado en toda mi vida profesional. No tuvimos que repasar casi vino, no hubo que devolver ningún solomillo a cocina, no teníamos ningún diabético, alérgico ni nada de eso y el servicio transcurrió con total tranquilidad. Con tranquilidad hasta que llegamos a los cafés y las copas.
Empecemos por lo cafés. De las personas que no quisieron café de "garrafón" no pidieron ni uno igual, todos distintos, que si el mio solo pero largo de café, que si el mio con leche pero poca leche (¿eso no es un cortado?), que si un descafeinado corto de café y largo de leche... Mapi tenia que haber hecho una foto a la bandeja de los cafés ya que eso parecía una ciudad barroca.
Continuemos con los licores. Mas o menos igual que los cafés, que si un Carlos I, un Duque de Alba, Grappa, Cointreau, Crema Catalana, Calvados con limón (me imagino que al día siguiente esta persona tendría de diarrea para arriba)... y un mojito. Aquí me dije: "Quieres mojito, pues tendrás mojito". Mis compañeras Esther y Mapi me dijeron que estaba bastante rico, y tendría que haber hecho una foto a la copa porque me quedo "repreciosa".
Y vamos con lo abuelos.
Abuelo nº1: el típico abuelo que te habla de todo y con todo el mundo. Me contó que en su pueblo había un hotel con restaurante que antes daban comidas, pero que ahora en el restaurante no hay nadie, y que otro restaurante de su pueblo ahora era una pizzeria al que iban muchos zagales.
Abuelo nº2: el cachondo. No se como describirlo. Un abuelo que pensaba que Mapi y yo eramos pareja, que no nos dejo de vigilar en toda la noche, y que se pensaba que yo sabia coger muy bien los pechos femeninos por mi forma de coger las botellas. Algo le dijo a Mapi que ahora mismo no recuerdo pero que le hizo reír bastante. Un crack de abuelo.
En resumen, un servicio muy agradable, con una buena compañía y con una sorpresa final que nos esperábamos: propina de 70€.

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